Los Persas

"Eurípides no me Sofocles que te Esquilo." A más de uno nos han enseñado en el colegio esta regla mnemotécnica para no olvidar a los tres grandes autores de la tragedia griega. Ahora nos quedaremos con el último, Esquilo, y con una de sus obras más famosas "Los Persas".

Nos ambientamos en la Batalla de Salamina, una de las Guerras Médicas en la cual los persas pretendían conquistar a Grecia. Podemos estar hablando del siglo V a.C. o del XXI, parece que poco ha cambiado o esa es la idea que se plantea.


La Reina Atosa, viuda de Darío, espera noticias de su hijo y de sus avances en esta lucha. Pronto las recibirá pero no serán las que se esperan. El ejército ha caído, no se ha podido hacer nada, y los más loados generales están muertos. La Ley de un pueblo de iguales, sin líderes, ha vencido a aquello que les atacaba. Esta será la premisa que da lugar a la historia de "Los Persas".

Hay dos elementos clave en esta obra, su puesta en escena y la coreografía. Un suelo arenoso, una mesa o un par de sillas son más que suficiente para una representación muy visual que se acompaña del movimiento. La danza de Jerjes o el retorcimiento de Darío son un claro ejemplo de ello. Un grupo de copas puede ser un batallón, una muestra de lo que fue y cayó. No hacen falta muchos recursos para mostrar lo que se quiere. Sólo lo necesario.

La experiencia en la interpretación está ahí, no se puede negar. Los actores se adaptan al pequeño espacio y clavan los movimientos. Aquí cada palmo cuenta y ellos van al milímetro. La entereza y el alegato al coro de ancianos que vemos en los consejeros. La frialdad de la Reina ante lo complicado de la situación. El sufrimiento en los recuerdos del mensajero. La lucidez y sabiduría en las palabras de Darío. La pasión y fuerza de Jerjes. Cada uno tiene su momento en este trabajo y eso se agradece.


Opinión personal: siempre he dicho que el teatro clásico es un arma de doble filo, son las mejores historias pero el público no está acostumbrado al lenguaje y ritmo. Francisco Suárez, director de la obra, lo ha sabido solventar y mete al público en la historia, hay algunos momentos en los que se nota su mano. La intimidad del espacio y la cercanía con el espectador ayudan a estas sensaciones. Muy recomendable para todo el que quiera pasarse por el Teatro Español hasta el 24 de julio.

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