¡Ay, Carmela!

Todo comienza con la obra de José Sanchís Sinisterra, uno de los mejores dramaturgos en español. En 1987 ve la luz ¡Ay, Carmela!, un libreto que narra la "elegía de una guerra civil en dos actos y un epílogo". Esta historia le otorgaría al autor el Premio Max como Mejor Autor Teatral en Castellano.

Sobre las tablas zaragozanas, José Luis Gómez y Verónica Forqué estrenaban este clásico teatral. Fue un gran éxito entre los espectadores y los expertos. Los personajes, Paulino y Carmela, empezaban a crearse una historia propia en el recuerdo de la cultura de España.

Una obra que se convierte en representación casi obligatoria el 14 de abril, aniversario de la II República. Entre los grupos que suelen realizar este "ritual" se encuentra Taormina Teatro, compañía con 38 años de experiencia, más los años autodidactas. Un grupo que respeta el texto y que nunca decepciona. Con la puesta en escena sencilla recrean el ambiente de ese teatro en el cual transcurre la acción. 

Ha pasado mucho tiempo desde su primera representación, pero hay dos cosas que se han mantenido fijas en Taormina. Su director, José Palacios, y el actor que interpreta a Paulino, Antonio Orozco. Dos piezas clave que funcionan al unísono cuando hay un escenario cerca. Aunque las actrices que pasaban por Carmela han ido cambiando, Palacios ha sabido solventarlo y Orozco es un gran apoyo en escena. De todas las versiones que hemos visto de ¡Ay, Carmela!, esta combinación es la mejor opción para disfrutar en un teatro. A Taormina le quedan muchos años de dar guerra.

En 1990 Carlos Saura decide llevar el texto al cine, convirtiéndose en una de sus películas mejor calificadas. Acompañado en este caso por Carmen Maura y Andrés Pajares, una buena pareja, nos plantea una visión más amplia de los escenarios y situaciones de la obra. El cine tiene esa ventaja y Saura supo aprovecharlo, así lo demuestran los 13 Premios Goya que recibió en su V edición.


Opinión personal: esta es una de esas historias que hay que conocer en cualquiera de sus versiones, literatura, teatro o cine. Una mezcla de crónica sobre la memoria republicana unida al homenaje a los artistas que sufrieron por hacer simplemente su trabajo. Recordamos ¡Ay, Carmela! el 14 de abril precisamente por ese aniversario, pero fuera de ideologías hay que situar esta obra en el lugar que se merece, entre los clásicos.

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